Es común escuchar a los responsables de diferentes festivales musicales hablar de la necesidad de ofrecer ‘experiencias’, algo que supere la simple programación de conciertos por muy elevados que sean su calidad e interés. En ese sentido, el ciclo ‘Art&Music’ organizado por el Museo Guggenheim de Bilbao es una de las citas más destacables del calendario, por su capacidad para unir arte y música en un espacio único.
El ciclo ha programado para esta edición de 2023 cuatro propuestas que son una declaración de intenciones de lo que sus responsables pretenden con esta iniciativas. Son Travis Birds, Rodrigo Cuevas, Rocío Márquez y Elvis Perkins, cuatro músicos que aúnan vanguardia y respeto por las raíces del arte, artistas inquietos que han creado sus propios lenguajes y sellos distintivos dentro de la escena musical.
Escogimos la fecha para Rodrigo Cueva para tomarle el pulso al festival. El artista asturiano removió los cimientos de la escena musical con ‘Manual de cortejo’, obra clave de un artista transgresor que abraza la modernidad desde lo rural, añadiendo un manto electrónico a melodías tradicionales. En el Guggenheim presentó ‘Barbián’, zarzuela electrónica que rinde homenaje a los grandes del género.
Joan Miró
La ocasión invitaba a vivir la experiencia en toda su amplitud, visitando las distintas exposiciones con una tranquilidad poco habitual, ya que el acceso al público se abre al finalizar el horario habitual de visitas. La parada obligada era, sin duda, la muestra ‘La realidad absoluta’, que explora 25 años clave en la trayectoria de Joan Miró, desde su primer viaje a París en 1920 hasta 1945. Disfrutar de esta forma del mundo onírico del genial creador catalán ya justificaba la visita al museo.
Al filo de las diez de la noche arrancó el repertorio de Rodrigo Cuevas. La velada era un repaso a títulos imprescindibles de la zarzuela como ‘Carceleras’ (Ruperto Chapí), ‘Las espigadoras’ (Jacinto Guerrero) o ‘Las campanas de Madrid’ (Jesús Romo). El intérprete derrochó simpatía y desenvoltura, acompañado por dos músicos (guitarra y samples) y explayándose en la historia detrás de cada partitura. Lo hizo con su habitual ambigüedad y picardía, ataviado con un vestido (de mujer) tradicional cuyas piezas fueron cayendo a lo largo de la actuación. Todo terminó con la interpretación de ‘Amor de hombre’, clásico popularizado por Mocedades con el que terminó de ganarse al público.
Es cierto que Cuevas ha llevado este mismo espectáculo a otros grandes auditorios, incluido el mismísimo Teatro de la Zarzuela de Madrid. Sin embargo, poder disfrutarlo en el atrio del museo, compartiendo un trago con los amigos (sí, hay una barra abierta) y teniendo de fondo la ría y la obra ‘Installation for Bilbao’ de Jenny Holzer es algo totalmente diferente a lo que se vivirá en otro lugar con este mismo repertorio.
Es sin duda una de esas experiencias que a veces cuesta tanto idear. Queda todavía la mitad del ciclo y no podemos dejar de recomendarlo.
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