Era un concierto especial por muchos motivos y no defraudó. Dorián volvía a la carretera tras la ruptura sentimental de Marc Gill y Belly Hernández, dos de sus históricos componentes. Lo hacía con un nuevo trabajo bajo el brazo, ‘Futuros imposibles’, su octavo álbum de estudio. Son diez canciones crudas que muestran en toda su desnudez la huella que las heridas personales y su sanación han dejado en el grupo, pero por encima de todo son también el resumen de lo mejor sabe hacer: grandes canciones de pop-rock envueltas en sonidos sintéticos, paradigma de lo mejor que la música independiente en castellano ha ofrecido durante las últimas décadas.
El concierto arrancó con un teatro Victoria Eugenia lleno y entregado. Entre el público, el cantante Loquillo, residente en Donostia-San Sebastián. Sonaron algunos de los temas que componen el eje de ‘Futuros imposibles’, como ‘Algo especial’ y ‘Lo que recuerdo de ti’, en los que la emoción desbordaba a un vocalista tan bregado sobre los escenarios como Gill. “Soy uno de esos frikies que esta noche mirará quién pintó esas pinturas del techo”, afirmó en referencia a los frescos que decoran el teatro donostiarra.
Las canciones del nuevo trabajo se intercalaron con himnos clásicos de Dorian como ‘Paraísos’, ‘Energía rara’ o ‘Materia oscura’, que quedó reservado para el final del concierto. En medio, la emoción tocó con ‘Por ti’, canción confesional que permitió ver por primera vez a Belly cantando sobre el escenario. El público, como era de esperar, aguantó poco en sus asientos y se levantó para bailar y corear durante la hora y media que duró el concierto.
Dorian está de vuelta. Es una buena noticia.
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