Castropol, Luarca, Cudillero, Lastres, Ribadesella, Llanes… las villas marineras asturianas surgen intercaladas entre los arenales, rías y acantilados que dibujan la silueta marítima de Asturias. Merece la pena perderse por sus calles empedradas y descubrir los rincones y las historias de estos pueblos del mar en los que incluso sigue viva la memoria de los tiempos de las ballenas. Las rederas de sus calles, la animación de sus lonjas –muchas de ellas visitables-, la sabiduría de los fogones que llevan siglos preparando los mejores frutos del mar, las salidas en barco o las panorámicas en las que el mar y las cumbres prácticamente se funden, son razones para escaparse y sentirse por unos días como un auténtico lobo de mar.